miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿CÓMO CONCEBIR LA DEMOCRACIA SI GOBIERNA EL MERCADO?

Dado que el mercado se fundamenta en la libre economía privada, al
estar controlada globalmente por las trasnacionales, ¿qué función
tienen los gobiernos autonómicos y estatales periféricos si el "menú"
socioeconómico se guisa en Centroeuropa?
Como el mercado dispone de poder decisorio, ¿qué pueden hacer dichos
gobiernos, siendo relegados a simples servilistas administrativos? Con
esta política, vacían de contenido a la genuina democracia,
suplantándola por la plutocracia -gobiernos prooligárquicos y/o por la
cleptocracia -gobernar "robando con fuerza-".
¿En qué se diferenciarán? En esta materia, debe recordarse que en la
transición nos "vendieron" la economía SOCIAL de libre mercado,
dándonos "gato por liebre", por carecer de control democrático,
resultando ser como un tiburón que devora todo lo social. Ante la
evidencia mercantilista especuladora, es diáfana la estafa respecto a
la tan controvertida transición política. Porque realmente fué una
"transacción", dado que el futuro ya estaba decidido -según advirtió
el dictador-, incluso hasta el "teatro de operaciones, amenizado por
el Rey" con el terrorífico ruido de sables, incluído el golpe de
Estado al Congreso.
La Monarquía debiera considerarse "ilegítima", porque el Rey fué
impuesto -como diría el Coronel republicano Martínez Inglés- por "la
sombra alargada del dedo del sanguinario dictador".

¿Cómo va a ser legítima sin pasar por las urnas? Esta monarquía se
fundamenta en la legalidad de "una chapuza constituciónal", hecha a
medida de la Corona por el séquito franquista, con el abominable tufo
fascista de 40 años..., en los que la incultura cívico-social y la
represión del Nacionalcatolicismo, acabaron con las personas
demócratas progresistas de izquierdas y con su cultura. Al no haberse
desarrollado esta cultura en los 34 años de supuesta democracia, ha
vuelto por segunda vez al gobierno, la ideología neofascista y del
Nacionalcatolicismo, por tanto, ¿qué democracia puede esperarse de sus
principales enemigos?

Esta Constitución, para mí, fué "un parto-abortivo" del ala franquista
más dura, apoyada por el núcleo oligárquico más agresivo, logrando
mediatizar a la tímida oposición. Estas adversas circunstancias,
permitieron que la Constitución respaldara la legalidad que considero
"ilegítima", porque en puridad, al rebosar de fraseología
convencional, intencionadamente manipulada por no expresar la verdad
de aquella situación política, jamás será digna de un pueblo soberano,
por carecer de justicia social igualitaria y de ética personal de
quienes llevaron la "batuta" sin garantizar su aplicación, como
después se ha visto. Lo cuál, constituye el mayor fraude a la
democracia. ¿Por qué se silenció la planteada ruptura democrática, que
podría haber rechazado la Monarquía y su Constitución, habiendo
evitado el conflicto Vasco y esta agónica situación? A partir de la
formación de la Segunda República quizás se hubiera podido iniciar el
debate democrático al respecto. Es tan patente la chapuza
contitucional, que en honor a la realidad de la reciente historia,
debiera denominarse "Corruptitución", porque está claro que los
asuntos sociales más importantes, no han sido vinculantes. Lo que sí
vincula, es la unidad del Estado español "a sangre y fuego",
protegiendo con el "mini Pentágono" a la caduca Monarquía y a los
devastadores privilegios oligárquicos.
Por ello, dicha "chapuza", ha producido el desastre de un gran barco
estatal sin timón. Dada la gravedad del asunto, y la manipulación
mediática convencional, es un deber informar de la realidad
incuestionable, manifestada por reputad@s constitucionalistas
independientes del capitalismo: "Donde no hay separación de poderes no
hay Constitución" y "cuando no hay control sobre el ejecutivo no
existe democracia".

El intento secesionista catalán pone de manifiesto la alarma
españolista y "españolera". Con la "ilegítima" legalidad que prohíbe
la autodeterminación del pueblo catalán, están violando el derecho
internacional. Lo que más les preocupa es el debate sobre dicho
derecho, porque quienes no le reconocen, prefieren seguir en su
ignorancia. El derecho a decidir, no debe de ser una transacción de
compra-venta, sino un proceso abierto a la sociedad en el que se
conjuguen muchos valores, considerando el vehículo conductor más
importante para el reconocimiento de todos los derechos, la democracia
participativa. Sin esta, no será posible un futuro digno.



Paco Torre Soberón
Santander. (Cantabria)


Enviado el 24-I-2.013

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